08 18 2023 El Mulato Antonio Berenger Sed

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     El General Gerardo Machado y Morales nació en 1869 en un minúsculo pueblito que se había negado a morir llamado Camajuaní, a unos 300 kilómetros de La Habana y a 25 de la entonces-capital de Las Villas: Santa Clara. 

     Machado llegó al mundo en medio de una familia extremadamente pobre, la que incrementó su pobreza cuando su padre se unió en 1870 a las fuerzas patrióticas de Carlos Manuel de Céspedes.  Para entonces, su hijo Gerardo no había cumplido el año de nacido. 

     Veinte seis años después del nacimiento de Gerardo Machado, éste se unió a la Guerra de Independencia, actividad bélica que junto a otras le sirvió para lograr más tarde el grado de general ayudado por la política, llegando a la presidencia de Cuba a los 56 años, en 1925. 

     Gerardo Machado y Morales se vio obligado por la pobreza a trabajar a una temprana edad.  Su familia buscaba el sustento en la ciudad de Santa Clara, donde se colocó de carnicero, perdiendo – debido a su peligroso oficio –, uno de sus dedos de la mano derecha. 

     Terminada la Guerra de los Diez Años y habiéndose ya establecido su familia en Santa Clara, el padre de Gerardo hizo una eterna amistad con su vecino: un español catalán de apellido Berenguer, llegado a Cuba en busca de una mejor vida. 

     A raíz del conocido e histórico “Grito de Yara”, pronunciado por el cubano patriota Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, dando pie a lo que se conoce como “La Guerra de Los Diez Años” (en contra del gobierno español), liberó a todos sus esclavos y promulgó la liberación de aquellos negros cubanos que se unieran a la lucha de independencia.  
     
     A todas estas, es bien sabido que los esclavos adquirían el apellido de sus amos.  Existía en la ciudad de Santa Clara una prominente familia de apellido Sed, poseedora de un gran número de esclavos, entre ellos uno llamado Pedro – “Sed” – quien había peleado junto al padre de Gerardo en La Guerra de los Diez Años, logrando así su “emancipación”. 

     Terminada la guerra, el emancipado Pedro (“Sed”), comenzó a trabajar en una pequeña finca que la familia Machado había logrado adquirir en las afueras de Santa Clara.  Fue en esa finca donde el vecino español conoció al “Negro Pedro”, a quien llegó a estimar por su fácil trato. 

     Al cabo de unos años, en 1850, al “Negro Pedro” le nació una hija cuyo nombre se perdió en los vericuetos de la historia.  No había cumplido la niña los catorce años cuando el español, atraído por las bondades y el típico olor de las mujeres negras, la pidió a Pedro en matrimonio, naciendo – meses después – su unigénito hijo Antonio: un 30 de abril de 1864.  

    El padre de Antonio y el de Gerardo continuaron la entrañable amistad.  Cinco años más tarde del nacimiento de Antonio, un 28 de septiembre de 1869, nacería Gerardo Machado y Morales.  Gerardo y Antonio serían amigo desde que eran niños y al llegar el primero a la presidencia de Cuba, nombró a su amigo ministro y embajador.  “El Carnicero”, ahora en la presidencia de la república y “El Mulato Berenguer”, diplomático y ministro, entraron en la “clase alta” cubana… pero no del todo.   Ninguno de los dos logró traspasar la férrea y cruel frontera de “la sociedad”.  El primero moriría en su exilio de Miami Beach y el segundo, viviría toda su vida evitando mencionar a su difunta madre negra, bajo el estigma “imperdonable” de la época de ser mulato. 

     Todo complejo genera una reacción.  En el caso de los descendientes del “Mulato Berenguer”, para “blanquear la raza”, inventaron una historia que ni ellos mismos la podían creer, alegando que aquel Berenguer catalán que llegó a Cuba a principios del siglo XIX buscando una mejor vida, era descendiente directo y ÚNICO heredero de Ramón Berenguer I, el primer Conde de Barcelona, que era conocido por su remoquete de “El Corvado”; un “cuento-chino” que, como veremos a continuación: ¡es total y absolutamente IMPOSIBLE de tragar! 

     Según “la historia”, la corona española le ofreció en Cuba al cubano-español, hijo de una “emancipada” en un catalán de apellido Berenguer, el importante título nobiliario de “Conde de Barcelona”, como descendiente directo y ÚNICO HEREDERO del primer catalán en llevar tan alta distinción. 

     El primer Conde de Barcelona con el apellido Berenguer fue, según “el cuento”, un muy-muy lejano pariente de Don Antonio: tan lejano como 847 años atrás llamado, como ya he dicho: Ramón Berenguer I, quien cargaba con el remoquete de “El Corvado” (o “curvo”).  El título nobiliario se truncó para los Berenguer 144 años más tarde con Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón.  A partir de entonces, el título quedó ligado a la Corona de Aragón y, desde Carlos I, quedó ligado a la Corona de España, a excepción de los periodos de la Guerra Civil Catalana, cuando fueron elegidos soberanos Enrique IV de Castilla (1462 - 1463), el condestable Pedro de Portugal  1464 - 1466) y Renato de Anjou (1466 - 1472); y también en el período entre 1641 y 1652 en el cual durante la Guerra de los Segadores la Generalidad se nombró a Luis XIII de Francia Conde de Barcelona, título que heredó su hijo Luis XIV, volviendo el título a la Corona de España con el Tratado de los Pirineos en 1659

     En 1701Felipe de Borbón y duque de Anjou, heredero por testamento de Carlos II, juró las Constituciones Catalanas y se convirtió en Conde de Barcelona. En 1705, en plena Guerra de Sucesión EspañolaCarlos III, pretendiente al trono español y archiduque de Austria, fue reconocido como Conde de Barcelona.  Carlos III mantuvo el título hasta su muerte tras el Tratado de Viena (1725). 

     El jefe de la Casa Real española en el exilio, Juan de Borbón y Battenberg, usó el título de Conde de Barcelona durante la dictadura de Francisco Franco. Con la restauración monárquica de su hijo Juan Carlos I en 1975, Juan de Borbón renunció a todos sus derechos dinásticos y nobiliarios en su hijo el 14 de mayo de 1977​, a excepción del IMPORTANTE título de Conde de Barcelona. Por ello se le reconoció oficialmente el derecho al uso del título que mantuvo a todos los efectos legales hasta su muerte en 1993. Desde entonces, fue su hijo Juan Carlos I quien pasó a ostentar el título de Conde de Barcelona, reintegrando dicho título a la Corona al día siguiente del fallecimiento de su padre. 

     En la actualidad, el Conde de Barcelona es el propio y actual rey Felipe VI de España. 

     El título de Conde de Barcelona, para España y los españoles, viene siendo para los británicos el título de Príncipe de Gales.  El título de “Conde de Barcelona” es tan, pero tan importante, que Don Juan de Borbón y Battenberg aceptó renunciar a todos sus títulos: ¡a excepción del título de “Conde de Barcelona”, el cual – según la fábula familiar – le fue ofrecido a “El Mulato Berenguer” en la incipiente Cuba emancipada de España. 

     Los descendientes de “El Mulato Berenguer” aseguran que la Casa Real de los Borbones en España le ofreció a Don Antonio  el tan-importante título de Conde de Barcelona, que él – Don Antonio – rechazó, debido a que participó en la guerra de independencia de Cuba contra la corona española, una “participación” falsa, ya que el propio Don Antonio en su segundo tomo sobre las tradiciones villaclareñas, explica que por error el gobierno español pensó que estaba cooperando con los patriotas durante La Guerra de Independencia y, en consecuencia: fue detenido.  Su padre catalán logró liberarlo de una corta detención y enviarlo a México, regresando a Cuba cuando ya había sido liberada de España. 

     Lo cierto es que Don Antonio Berenguer y Sed fue un personaje importante para su época, que dejó un legado en la literatura, en la política y en el mundo jurídico de su comarca.  Se hizo notario a la edad de 25 años.  No tenemos información sobre la suerte que corrió Don Antonio a partir del 24 de agosto de 1933, cuando Machado, ya convertido en dictador, fue defenestrado y todos los infiernos se desataron en la bella isla de Cuba. 

     Una de sus dos hijas, llamada cariñosamente “Teté” y su nieto, Jorge de Castro (“Papa Lindo”), terminaron exiliados en la ciudad de Miami, huyéndole al régimen de los hermanos Castro.  Ambos murieron y están enterrados en esa ciudad estadounidense.

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“Yolanda I – Condesa de Barcelona”

Con una prima blanca

Los únicos sobrevivientes de Don Antonio Berenguer y Sed – “El Conde de Barcelona” – son su biznieta Yolanda Margarita López de Castro y Martín (llamada jocosamente y en bacha por sus primas como “La Condesa de Barcelona” o “Yolanda I”); sus tataranietas Maggie y Johanna; sus tres tátara-nietos Cristian, Gabriel y Matheus y sus dos tátara-tatara-tatara nietos hijo de Gabriel, quienes, a  excepción de “Yolanda I”, no tienen la más mínima idea de sus ascendencias ni mucho menos que, tal vez – ¡algún día! – uno de ellos pudiera reclamar el importante y real título de “Conde de Barcelona” y convertirse en  Rey de España. 

 Miami 18 de agosto de 2023

Robert Alonso




 

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